Manifiesto.

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Automatización de Procesos en el Aula para Una Mayor Eficiencia

Hay tantas "cosas" en un aula. Y no, no estamos llamando cosas a nuestros estudiantes.
Jorge White des-habitarDibujo-etnografía2018

Derivas pedagógicas del dibujo.

Phd. Jhon Benavides

Carta al infante.

¿QUIÉN SOY yo PARA ENSEÑAR AL GIGANTE, AL INFANTE?.

Compañeros, la educación necesita un cambio radical, una voz renovada y una palabra fresca. La sociedad actual demanda su presencia, sus experiencias de vida y, sobre todo, su humanidad. Es hora de que la educación vuelva a poner el foco en la pregunta fundamental: ¿quiénes somos?, ¿quiénes queremos ser?, ¿qué deseamos aprender? ¿Qué debemos aprender? Dejemos atrás la imagen del profesor que solo se ocupa de mantener el orden en el aula mientras los estudiantes escapan de su control. Los educandos han perdido el sentido de la vida en las escuelas, sienten que estas les roban el tiempo que podrían dedicar al aprendizaje significativo. Por eso, hoy hacemos un llamado a los docentes para que reflexionemos sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje, reconociendo que allí reside la respuesta a las preguntas fundamentales: ¿qué enseñar? y ¿cómo enseñar?

En un mundo marcado por la complejidad y la diversidad, donde los derechos humanos de nuestros menores de edad han sido vulnerados, surge un llamado apasionado y urgente. Un llamado que busca trascender las limitaciones impuestas por un sistema educativo obsoleto, un llamado que reconoce la creatividad como una práctica espiritual y de sanación para aquellos que han sufrido heridas inmerecidas en su corta existencia.

La educación no debe ser simplemente un proceso de transferencia de conocimiento, sino un espacio sagrado donde nuestras futuras generaciones encuentren sanación para las heridas que la vida les ha infligido injustamente. La escuela debe ser un refugio donde los niños y adolescentes no solo adquieran habilidades académicas, sino donde sus corazones y almas sean cuidados con amor y comprensión.

El docente, en este nuevo paradigma educativo, debe ser un guía espiritual, cuya palabra se asemeje a la de un maestro de la vida. Debe estimular los procesos mentales, no solo para el conocimiento intelectual, sino también para el crecimiento personal. Debe motivar a vivir cada día con pasión y propósito, sembrando en los corazones de los estudiantes las semillas del amor propio y del amor por el otro.

En esta educación transformadora, el arte se convierte en la luz que guía a la libertad del ser. La creatividad, la música, la pintura, la danza, la poesía y todas las expresiones artísticas son vehículos para explorar el interior y expresar lo que las palabras no pueden. A través del arte, los estudiantes descubrirán su propia voz y se liberarán de las cadenas que limitan su autenticidad.

Nuestra lucha no es contra la educación en sí, sino contra una educación que no inspira, que no nutre el espíritu ni fomenta la curiosidad. Es una lucha contra un sistema educativo que valora más la memorización de teorías estandarizadas que el cultivo de la creatividad y la individualidad. No queremos educación que robotice a nuestros niños, queremos una educación que los haga felices y los prepare para enfrentar un mundo diverso y cambiante.

Este manifiesto es un llamado a la acción, un compromiso colectivo de docentes, padres, líderes educativos y la sociedad en su conjunto. Debemos unirnos para crear un entorno educativo en el que nuestros niños y adolescentes puedan sanar, crecer y florecer como seres humanos completos.

La creatividad es la chispa divina que reside en cada uno de nosotros, y es a través de su exploración y expresión que encontraremos la sanación y la verdadera libertad. Debemos convertir nuestras escuelas en templos de creatividad y amor, donde los derechos humanos de nuestros menores de edad sean respetados y celebrados. Juntos, podemos construir un mundo donde la educación sea un faro de esperanza y empoderamiento para todos.v

La mala educación es un problema que nos afecta a todos y que todos contribuimos a crear. La Secretaría de Educación debe convertirse en un agente activo en la promoción de procesos de aprendizaje que realmente se adapten a las necesidades individuales de cada estudiante. Los docentes deben aspirar a ser mejores seres humanos, desarrollando su capacidad para moldear el futuro de Ipiales, teniendo en cuenta el pasado que nos ha afectado y sin perder de vista el presente: una oportunidad que no podemos dejar pasar.

Los hábitos de una cultura que no valora la escucha, el autoconocimiento y el aprendizaje no tendrán espacio para la lectura, el aprendizaje y mucho menos la enseñanza. Pareciera que la escuela está al revés, centrada en enseñar al afectado por la ignorancia de otros, para que aprenda a evitar los errores del pasado. Proponemos que también eduquemos al adulto, brindándole la oportunidad de redescubrir al niño que una vez fue. Como docentes, recordemos los estudiantes que fuimos: pasamos horas, años, en pupitres, cumpliendo la norma de permanecer en silencio, escuchando y observando al profesor, que ahora somos nosotros. Es momento de evaluarnos y de cuestionarnos.

Llamamos a la acción, a una educación que se centre en la humanidad de cada uno de nosotros, que busque respuestas a las preguntas esenciales de la vida, que promueva el aprendizaje significativo y que inspire a docentes y estudiantes por igual. Solo así podremos construir un futuro mejor para Ipiales, un futuro en el que la educación sea el faro que guía a la sociedad hacia la luz del conocimiento y la sabiduría.